miércoles, 24 de agosto de 2011

Huérfanos de la rosa


Hurgando entre unos papeles encontré una frase de Bernard Shaw que llamó mi atención:


“Muchos hombres miran las cosas que existen y se preguntan ¿por qué?
Yo pienso cosas que nunca existieron y me pregunto ¿por qué no?"


Por ejemplo por qué no prosternarse ante el encanto de una flor, o detenerse en el corazón de una gran avenida a escuchar el gorjeo de algún pájaro, o mientras el coche de pasajeros sigue su curso de pueblo en pueblo escribir un poema de amor y descender en cualquier esquina, sentarse al frente de una catedral para dibujar en una hoja cualquiera la belleza de la construcción, aún a costa de ser tildados de locos, de impenitentes, faltos de cordura.


     Entonces por qué no aprovechar y otorgarle nombres a las cosas, palabras que en lugar de escribirse en completud se recorten, se armen, se tuerzan, se achiquen, se desfiguren...


     Aunque si todo esto suena a disparate ¿cómo se entiende y no se discute que las personas se detengan frente a un jardín poblado de rosas a escribir un mensaje en el celular, o una esquela de “me olvidé decirte” en el corazón de una gran avenida, o idiotizar un viaje de placer sumergidos en una menudencia de dígitos convertidos en telegramas aislados e instantáneos que, sin desparpajo suscitan sonrisas bobas y descontextualizadas?


¿Cómo se entiende y no se discute que el celular esté despoblando de fantasía el alma de las personas? Ya no logran vislumbrar la belleza en el espíritu de una flor, en la lira de un pájaro, en la médula de cada metáfora, o en una puesta de sol atravesada en los burletes de la mirilla de un coche de pasajeros.


     Y desde este desasosiego, pienso como lo hizo Shaw en cosas que nunca existieron y de existir resultarían ridículas a la lógica del momento y seguramente a la de todos los tiempos, por qué no escribir en la luna palabras no dichas, no oídas, que originen placer, sonrisa, evasión..., serían más productivas que aquellas que se registran en una ínfima pantalla de celular, donde logran comunicarse dos personas con serios problemas gramaticales y de producción, en tanto que a la luna todos pueden verla, leerla, interpretarla, hasta diría digerirla...


     Pero si lo pienso mejor el uso del celular no sería perjudicial para el alma de las personas si a través de él pudieran comunicarse en caso de emergencia, o bien poder avisarle a un amigo cuando se abre silenciosa la rosa al amanecer y deja en la hierba la escarcha helada de sus lágrimas nocturnas, o avisarle a los padres que esperan el regreso del hijo que llegará tarde porque se detuvo a contemplar el vuelo nervioso de un picaflor, o...


     Entonces sí me atrevo a pensar bien del celular a la vez que coincido con Swedenborg, él nos invita a salvarnos mediante una vida más rica, valiéndonos de la inteligencia, o como dice Blake salvarnos por el ejercicio del arte... Buena terapia espiritual.


     Porque también el celular es un buen instrumento para tomar fotografías, filmar o procesar el lamento de las hojas cuando caducan y caen extenuadas, para ser parte de una húmeda residencia de insectos y alimañas, o para pensarlo metafóricamente, un adorno que toma cuerpo cuando oficia de telón para un paisaje de enamorados.


     Bien se puede estimular a los niños y a los jóvenes a escribir un poema, sin ahorrar palabras en la austera pantalla del celular, y nominarla como hazaña de poetas del siglo XXI. Una serie de palabras que será como el vapor del entusiasmo localizado en el banco de la plaza, o en el alma del jacarandá del patio de la escuela.


     Porque, si lo pienso mejor, con el celular se puede escuchar música, y la música transporta hacia horizontes inimaginables, traduce el idioma de los iluminados. La música es eximio complemento de la palabra o el silencio. Aunque, cuando el arte se corporiza es porque la sensibilidad penetró por todos los intersticios de la anatomía virtual o espiritual, el arte es tan poderoso, la palabra tan arrolladora que nadie puede privarse del placer de sentirla, ya sea escrita, elaborada, economizada o a punto de ser parida en la pantalla de un celular…


     Pero no quiero terminar sin mencionar a Borges:

“Te pido que me dejes ver la ceniza y después la rosa. No te pediré nada más”,


... y yo tampoco emitiré juicio sobre el celular si alguien me promete que además de todo lo que se puede lograr, crear, innovar con ese pequeño aparato, tomará medidas para que encuentren tutores que enseñen a los usuarios a encontrar su propia rosa espiritual.




Elbis Gilardi



Para qué sirve la Literatura?

¿Qué es? ¿Para qué sirve la literatura?


¿Puede la literatura salirse de sí misma?

Mira este poema:
“Aquí en la Isla, el mar, y cuánto mar. Se sale de sí mismo a cada rato. Dice que sí, que no, que no. Dice que sí en azul, en espuma, en galope. Dice que no, que no. No puede estarse quieto. Me llamo mar, repite pegando en una piedra sin lograr convencerla. Entonces con siete leguas verdes, de siete trigos verdes, de siete perros verdes, de siete mares verdes, la recorre, la besa, la humedece, y se golpea el pecho repitiendo su nombre.” Pablo Neruda.

En realidad, considero que puede escucharse el sonido del mar en la profundidad del ser, puede disponerse la piel para absorber toda la sal líquida del agua, puede agrandarse el cuenco de las manos, para recibir el alma de la espuma que llega huérfana a la playa..., o puede salirse uno de sí mismo como el mar para lamer el roquerío, para golpearse el pecho y repetir el nombre propio, el de Dios, de los hombres, de los pájaros, de la luz...

     Isidoro Blaisten dice: “La literatura debería salvarnos del mundo gobernado por la estupidez humana, del sinsentido. La literatura puede envolvernos como una pintura o un barniz o puede hundirse en el corazón. Puede ser los guantes o la piel. Una cosa es un literato, la otra es un escritor. Y para mí, indudablemente la literatura es la piel.”

     De esta reflexión me tomo para justificar el hecho de que la literatura es la piel que nos envuelve y nos atrapa en sus redes, la que permite considerar la metáfora como la ropa visible de la creación, como la panacea para salvar el alma y transportar el sentimiento hacia latitudes donde ni siquiera puede filtrarse el viento.

     “El cartero de Neruda”, obra que pertenece al escritor chileno Antonio Skármeta, pone en evidencia lo anteriormente expuesto. Si tuviera que definir en pocas palabras lo que descubrí en la lectura de este libro podría afirmar que es una ingeniosa e imaginativa meditación sobre las relaciones entre literatura y realidad, y un sensible relato de una pasión juvenil.

     El propio cartero nos lleva a descubrir la instintiva necesidad de poesía, propia del hombre, que habita en medio de la risa, la amargura y las desilusiones. Nos permite desentrañar que cada ser humano manifiesta necesidad de superación, producto de las inquietudes internas que forjan nuestra identidad personal y social.
Puedo comprobar con placer que a través de la lectura de este libro, recupero mi propia experiencia personal, la necesidad que siempre tuve y que aún conservo de encontrarme cara a cara con la palabra, apropiándome del universo de las letras en cada espacio polifacético de la creación, donde puede uno permitirse un tiempo para buscar y otro tiempo para encontrar en la literatura, toda la luz necesaria a la hora de encender estrellas para sustentar la inspiración, iluminada de magia y de palabras.

     Borges dice: “Uno inventa su propia historia. La literatura ya estaba, no es un invento nuevo, aquellos textos que a uno lo marcan y lo orientan en la dirección determinada, son los textos con los cuales está formada una biblioteca y con los que uno construye su literatura.”

     La historia personal nos hace ver con la mirada puesta en el sol de la vida que todo nace en la profundidad del ser, como el agua en el corazón de la tierra, y sale a cada rato de uno mismo como lo hace el mar cuando se proyecta, se estira, enloquece, se prosterna, regurgita la espuma, se ahoga al horizonte...

Uno puede encontrarse en la luna del poeta/, abierta como frágil duraznillo de los campos/, o en la luna coronada por abejas/, que elaboran la miel de los amores. O en el campo, al amanecer / sobre la áspera pelambre de la tierra/ cuando cintilan aberturas de rocío,/ por allí el espectro de la luna/ recoge las hilachas de la noche...
Uno puede abarcar la grandilocuencia del agua: “joya universal”/ que lleva puestas/ las orquídeas naturales de la tierra. El agua-manantial/ de la corteza azul del oro en panes/ azul como el lino/ como el surco universal de la sed...

La propia historia, la que forjamos quienes amamos la literatura y la incorporamos a nuestras experiencias de vida, sabemos que puede salirse de sí misma a cada instante sin que el universo modifique su ciclo natural, pero también a cada instante puede salir de esa telaraña y mantener latente el arco iris de los sueños en un puño, donde puede uno encontrarse con el elíxir de la palabra, se la puede interrogar, puede uno sentir el influjo de los dioses, recorrer caminos, encontrar estrategias, subirse al tren de lo cotidiano, recoger flores silvestres, apadrinar el sonido del viento, dilucidar incógnitas, crear, amar, deshojar lunas, emborracharse de ideas, sentir que la cabeza guía el instinto, y se convierte en asesora de locuras, que sólo el corazón es capaz de arrebatar al sentimiento.

     Seguiré recorriendo este camino a la luz de las estrellas, fruto de mi experiencia personal con la literatura , para mantenerlas encendidas dentro del trigo del recuerdo , para sembrar mi maravillosa locura sobre el brocal de los años, para saber que algún día los granos de trigo se convertirán a la vida, serán el paradero de pájaros y flores, podrán alimentar otras ansias de pan sobre la trenza madura de otros trigales en ciernes.
Indudablemente, Skármeta supo labrar en “El cartero de Neruda” el valor que encierra la literatura, la que nos permite conocer el porqué de su existencia a través de la relación que guarda con lo cotidiano, lo simple, lo culto, lo perecedero, nos sirve también para cambiar la visión del lector, abre nuevas perspectivas de lectura y reflexión; proporciona espacios de entretenimiento, ilumina zonas de la realidad que de otro modo permanecen a oscuras, es una brecha que deja entrar la luz del sol para que veamos cómo puede la literatura salir de su estructura y anclar en el corazón de los mortales.

      “Me llamo mar repite en una piedra y no consigue convencerla.”

El mar del que habla Neruda se asemeja a la literatura, permite al hombre proyectar su voz, llevarla por infinitos caminos, donde será escuchada o rechazada, creída o ignorada, podrá ser frágil como la espuma, o como ella podrá diluirse en la arena de la banalidad, pero puede ser espuma que se mantiene adherida a la roca, aún a costa de nuevas incursiones de agua y huracanes, podrá o no llegar a corazones endurecidos por la indiferencia; sin embargo, a cada instante podrán apropiarse de ella, porque a cada instante puede salir de sí misma y llegar a la playa convertida en espuma o caracol para que todos escuchemos el sonido del mar...

     Podrá decir que sí, o que no, oscilar, golpearse el pecho, besar, humedecer, treparse, pero siempre portará el sello de la creación, el aditivo de lo divino sin inmutarse, así seguirá llegando a la playa, con las alforjas cubiertas de algas , distorsionará las olas, rugirá en medio del océano, pero nadie logrará silenciarlo, como a la palabra, porque ella es la piel que nos recubre, es la sal que nos permite flotar en medio del mar, aún en los momentos más escabrosos de tormenta.

     La literatura puede salirse de sí misma y enredarnos en su milenaria maraña, para que en un desordenado impulso, podamos también decir:

“Me traje del mar/ la piel asperjada de gaviotas/ la sangre azul en las mejillas/ el rezo de la espuma/ el idioma de los peces/ el parto masculino del sol/ el lacio color de los reflejos.../ (un paréntesis de luna/ acodado en el asombro de los ojos)/ Me traje la costa/ entre nudosas promesas de silencio/ Me abotoné la aurora/ aprendí a horadar/ sus vientos/ y a desleer misterios en la playa..."

Sería interesante y sano para contrarrestar los vaivenes de la vida diaria, creer que dentro de uno mismo, habitan infinidad de personas, de lugares y de situaciones; es apasionante despertar cada mañana con la certeza de que alguien implora nacer de tu entraña espiritual: un personaje amorfo, un sol oculto en la catedral del sueño, una caricia envuelta en la placenta del amor, un arrebato gestándose en silencio, un pájaro trenzando las venas de las nubes...

     A veces, me siento un insecto en las garras de una araña. ¡Bendita araña la de la creación!

     Lo importante es sentirse custodio de la perla de la creación, debe permitírsele salir de su propia ostra, multiplicarse, madurar, nadar libremente en el infinito océano del alma...

     Particularmente, necesito sentirla junto a mí, es una reliquia que tenemos con Dios –a medias.

     Esta urgencia de la vida solamente puede proyectarse a través de la literatura, salir de su propio molde; sino ¿cómo explica Pablo Neruda que la muerte vive dentro del sol de una cereza?


Elbis Gilardi


domingo, 21 de agosto de 2011

La elección de la lectura

¿Cómo se eligen los libros?

A elegir se aprende eligiendo:
- Conocer: Manipular, visualizar, ofrecer en esta instancia de aprendizaje lo que creemos mejor.
- Evaluar: Cantidad de ilustraciones, tapa, título, tipo de letra, extensión de los cuentos, etcétera.
- Decidir: Es tan necesario para el niño como para el adulto. El adulto debe respetar su decisión, estimular la convicción de que ese libro ofrece la promesa de gustar, la imaginación y el placer.
- Corregir: Después de la lectura el niño puede sentirse desilusionado con su elección. El adulto debe orientarlo en la próxima para que no cometa el mismo error.


¿Qué hay que evaluar para elegir?
  • Tamaño o extensión (el libro muy largo asusta).
  • Presencia de ilustración (uno de los atractivos mayores para un chico al tomar contacto con el libro).
  • Tipo de letra( identificable por el niño).
  • Tapa (la tapa es el rostro del libro, primera visión del niño).
  • Contratapa (como la solapa, suministra al lector una síntesis de lo que trata el libro).
  • Índice (para ubicar lo que desea leer).
  • Colección (permite buscar otros títulos).
  • Edad (recomendada en la contratapa. Ej: Pan Flauta).


¿Cómo seleccionamos el material?
  •  La mejor manera de conocer el material bibliográfico destinado a los niños, y a los jóvenes, y poder ver si un libro, una editorial, son adecuados para los chicos, es leerlo.
  • Leer contratapas, solapas, índices y nóminas de colecciones.
  • Consultar la opinión de especialistas en literatura infantil y juvenil, o conocedores del tema.
  • Tener en cuenta comentarios sobre literatura infantil y juvenil en los medios de comunicación.
  • Hacer un sistema de intercambio con otros docentes interesados también en la literatura (intercambio de ideas, de libros, de opiniones).

Elbis Gilardi



sábado, 13 de agosto de 2011

Aprender con la lectura



¿Por qué cautiva la lectura?

  • Es importante leer para no olvidar lo que se vive.
  • Para comunicarse con los demás.
  • Para escribir hechos hermosos y encantadores.
  • Para guardar secretos.



¿Por qué guarda secretos la lectura?

  • Por que es un laberinto por donde se puede entrar pero no salir sin haberse convertido en cisne, en nube o en pirata; un puente por donde corren las aguas transparentes en medallones de sol; una hoguera donde se cuecen ideas para entibiar el alma; una promesa donde rezan sin parar las abejas de la fantasía.
  • Por que leer es contarnos secretos que nunca acaban de bajar por la soga de los años. Leer es un secreto, y los secretos se guardan en el corazón.



Ser desde la lectura

  • Leer es ese pensamiento que no nos deja “pensar” sin consultar al corazón.
  • Leer es la mejor panacea del espíritu.
  • Leer es convocar a todas las princesas, las hadas,-también a los ogros- de todos los cuentos del mundo.
  • Leer es atreverse a ser sin temor a desvanecerse en la nada…



    Elbis Gilardi